Al otro día me fui a tomar el café a las 9 de la mañana y mi guía apareció con el brazo en yeso, pero iba manejando el auto igual.
Durante el desayuno me comentó que por razones de seguridad debería que poner mi carpa al lado de la suya. Mi carpa la monté en un extremo del parque,
la del coordinador quedaba en el otro lado (nunca fui hasta ahi) eso para mi era un mínimo de privacidad. Me cagué de risa, seguridad? Y me dijo, bueno, tenes razón, y se calló. Arrancamos camino y me fue explicando flora y fauna el lugar, cosa que realmente me interesaba. Entre las plantas se destacan, no se si son robles o encinas, o los dos, carvalhos y azinheiras, el abedul con su corteza blanca, que también se llama Vidoeiro o la novia del bosque. Los Pinos, (pinheiros), los tejos y el medronheiro (ahora sí estoy curiosa de probar el licor que se produce de su fruto, nunca antes lo había visto y me han hablado tanto). Hay varias plantas invasoras que ahora no me acuerdo el nombre, y como en Uruguay plantan el eucalipto para producir papel lo que trae todo tipo de problemas.
Para los interesados en la temática de bosques, les recomiendo leer esta nota del jornal mapa.
Yo en este momento aún estaba pensando que mi guía era asistente social, pedagogo, profesor o psicólogo social, medio agotado de su trabajo, pero que lo seguía porque en fin le hacían compañía los jovenes. Tenía todo el perfil. Pero nada que ver, po
rque después me contó que trabajaba en la administración de una gran empresa farmacéutica o no sé que. Y hacía esto en su tiempo libre, lo ue yo pensaba que era desperdiciar la nafta a costo de la ONG en realidad era todo pago por su propio bolsillo.
Había por ahí muchos turistas, sobre todo franceses, suizos, luxemburgueses, andorrianos, (a juzgar por las placas de sus carros) a todos los que mi coordinador llamaba inmigrantes (no sé si era su palabra para turista o si eran todos inmigrantes de verdad).
Luego estaban los bichitos y el amigo del coordinador que nos acompañaba – un personaje curioso y alegre con la cara siempre blanca del protector solar – no perdía oportunidad de decir “Olha aí un passaro,” “Olha aí un esquilo”, “Olha aí un….” y cada cuervo o gorrión era un milagro. Igual vi muchas largatijas y halcones y uno pajaro que desde lejos no se podían 
distinguir, pero que mi guia tenía la certeza de haber sido un águila. Me hubiese gustado ver un gato salvaje y el garrano, una raza de caballo pequeño que vive libre por todo el monte, pero desde que se los está criando han perdido el miedo al hombre y en las aldeas no se las usaba para el arado, sino para comer.
Del lobo ibérico, mas o menos 300 todavía deben de andar por ahí, pero casi todos en la parte de Galicia. Hay jabalies y corço (venado), pero tampoco vi ya seguramente estos se alejan de las calles y nosotros recorrimos siempre todo en auto. Lo que extinguió fueron los osos y la cabra montés portuguesa.
Las trampas para los lobos son muy antiguos y estaban en uso hasta hace pocos años atrás. Se llaman fojos. Estos que vi eran de paredes convergentes hechas de paredes de piedra con cerca de 2 metros de altura y muy largas, llegaban a tener hasta un kilómetro de extensión, más o menos. Estas paredes convergian y daban a un pozo que era cubierto con vegetación para disimular. La gente de las aldeas vecinas organizaban batidas, es decir se fueron a los bosques y hacían todo el barullo que podían hasta que el lobo salía en fuga en dirección al pozo en donde caía porque no pudo saltar y ahí lo mataban cruelmente a pedrazos. Debe haber sido un espectáculo. (En la foto se ve el humo de los incendios por el aire).
Bueno, me falta contar de las ruinas y del museo, pero lo dejo para la próxima.
tiempos de crisis 